El derrumbe del modelo

MIGUEL CERÓN HURTADO
migancer@gmail.com

El capitalismo rentista, agrupado en los fondos de inversión, creyó en los años ochenta que había cogido el cielo con la mano, porque al fin, después de medio siglo, había agarrado al Estado para colocarlo a su servicio, reduciendo el papel de este organismo, a ser el deudor de ellos y a cobrar los impuestos para pagarles cumplidamente el servicio de la deuda. Lo que no pensaron es que estaban matando la gallina de los huevos de oro y ahora, treinta años después, ya no saben qué hacer para salir del atolladero, por lo que han recurrido a la extinción de la especie humana, principalmente de los más pobres., como solución a su problema.

Pero el principal error, desde el punto de vista del método científico de la teoría económica, fue haber convertido el dinero en una mercancía. En época del capitalismo clásico, de carácter empresarial principalmente industrial, el dinero era un medio de cambio y de atesoramiento, que se utilizaba para realizar transacciones de bienes y servicios sirviendo como canal para la distribución del producto social en el escenario del mercado, que constituye el mecanismo mediante el cual funciona el sistema capitalista. Y también se utilizaba para acumular el ahorro social, expresado en capital dinero. Así que la formula universal de los negocios era Dinero-Mercancía-Dinero, a través de la cual se obtenía ganancias.

Por supuesto, la mercancía tenía este carácter, de ser demandada en el mercado, por su contenido de satisfactores de necesidades humanas, su utilidad que llama una corriente de pensamiento o valor de uso como le llama otra corriente. Lo que imprime la identidad de la mercancía es la capacidad de satisfacer necesidades humanas, razón por la cual la gente las compra en el mercado. Nadie compra lo que no satisface una necesidad de cualquier tipo.
Pero los rentistas, cuyo negocio no es sacar ganancias de las operaciones con bienes o servicios, sino obteniendo renta de su capital sin ninguna contrapartida en el mercado de bienes y servicios, por su afán de diversificar su negocio convirtieron el dinero en mercancía, es decir objeto de negocios para sacar utilidad, mediante la fórmula Dinero-Dinero-Dinero, en una operación que el pensador Keynes denominó especulación. No son empresarios sino especuladores del dinero, que han podido diversificar y ampliar su negocio, gracias a la ayuda de la microelectrónica que ha permitido el desarrollo y fortalecimiento del mercado monetario. Compran activos monetarios y los venden sacando ganancias.

Con ello, la riqueza del mundo se ha venido concentrando en el sector monetario y el aparato productivo se ha venido desecando de modo que los ricos especuladores ya no saben qué hacer su capital y la humanidad ya no sabe dónde conseguir los medios de subsistencia. De manera que una economía así, donde el volumen monetario no tiene respaldo o contrapartida en el sector real, tiene la muerte anunciada; y un sistema con estas características, no puede cumplir la finalidad natural que es la de sostener y conservar la especie humana sobre el globo terráqueo. Los capitalistas de hoy creen que la solución es la extinción de los pobres del mundo, que están buscando a través de guerras y enfermedades, o también atesorando en lingotes de oro o respaldando su riqueza con las reservas de petróleo, desconociendo que por esa vía no podrán detener el derrumbe del modelo.

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