Esperaremos, ¿hasta cuándo?

GUILLERMO ALBERTO GONZÁLEZ MOSQUERA
guialgon2018@gmail.com

Cuando el año anterior se auto juramentó Juan Guaidó como presidente de Venezuela, en su calidad de presidente de la Asamblea Nacional para lo cual había sido elegido legalmente, creímos que la caída de Maduro era inminente. Las gentes en las calles multitudinariamente aclamaban a Guaidó como Jefe de Estado en el país vecino. Así lo presagiaban las marchas de la oposición venezolana que en las calles y plazas de todo el país lo respaldaban y aclamaban. Ha pasado casi un año y no se han visto los resultados. Maduro sigue atornillado al poder y los militares no dan signo alguno de que estaban listos para el golpe de estado. Maduro cuenta con el halago de ellos y con el respaldo de una ciudadanía, que aunque esté lejos de tener resueltas sus necesidades básicas en materia de salud, alimentación y educación, según las últimas encuestas parece que no cree en la solución de Guaidó para dirigir el Estado, sencillamente porque ha perdido prestigio y confianza entre los votantes: solo el 53% según las últimas encuestas, cree que la salida de Maduro es la más conveniente para el país.

En las últimas tomas de la televisión venezolana se ve una Asamblea Nacional en la que Guaidó conserva la mayoría para seguir ejerciendo el poder, mientras su opositor reclama y se posesiona como nuevo Presidente de ese cuerpo colegiado. Es de anotar que el presidente de la Asamblea, antiguo amigo de Guaido, reclama una votación espurea para ejercer la cabeza de la Asamblea.
Creemos que no estamos próximos a presenciar la salida de Maduro por un golpe militar o por otro medio que no sea el de elecciones anticipadas y libres. Así las cosas, Colombia apoyada en el lánguido Grupo de Lima deberá esperar a que sucedan los comicios si quiere ver el cambio en el poder de Venezuela. Mientras tanto, no hay un solo funcionario encargado de llevar las relaciones comerciales o cualquier otro asunto de importancia para ambos países. No hay un solo acuerdo comercial, habiendo llegado a los US$5.000 millones de intercambio, mientras los Estados Unidos continúan con su retórica, pero por debajo de la mesa vende y compra a Venezuela bienes y servicios.

No solamente es el petróleo con sus buenos precios el que sostiene el gobierno de Maduro, sino también la alianza con China, India, Rusia y con otros países que son capaces de mantener una relación fluida con Venezuela. ¿Sería posible iniciar algún tipo de conversación estrictamente comercial, con el fin de recuperar mercados o darle algún aliento al intercambio comercial sin afectar la relación política? Creemos que sí, dado el ejemplo de Cuba y Estados Unidos, separados ideológicamente pero con canales comerciales que fluyen de alguna manera en beneficio de la población de ambos países.

No se puede ser más papistas que el Papa y sería conveniente, vistos los hechos, dejar abierta una minúscula puerta a un intercambio comercial que hoy busca salidas que no siempre van por los cauces legales.

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