MARCO ANTONIO VALENCIA CALLE
valenciacalle@yahoo.com
Desde 1927 todos los aspirantes a gobernadores o senadores en el Cauca se tiran el cuento de “voy a gestionar la carretera al mar desde Popayán”, bueno, pues 93 años después, nada. Pura carreta.
Lo único que tenemos es un mar de labia y una playa de disculpas de no creer. Que ya se hizo el trazado, que ya se conversó con el presidente, que los chinos, que el ministro, que el plan de desarrollo, que el medio ambiente, que se licitó el trazado, que patatín y patatán, pero en realidad, nada. Puro cuento.
Un cuento que ya lo conocemos en todos los colores, tamaños y palabras; que vuelve y se cuenta como chiste malo cada cuatro años. Aquí falta un hombre como Tomás Cipriano de Mosquera, que fue capaz de hacer realidad al canal de Panamá y empujó la carretera Cali-Buenaventura. Muchos historiadores quieren desconocer su obra, pero la biografía nacional narra que este provinciano de Popayán logró ver realizado esos sueños, y otros imposibles.
Somos el único departamento de Colombia, y tal vez de Latinoamérica, con mar propio, donde el 80% de su población no puede disfrutar de esa riqueza. Y donde todo indica que nos quedó grande la gestión de obras a nivel nacional.
Cualquier desprevenido podría decir que una carretera entre Popayán y el mar pacífico es una obra imposible. Pero mientras aquí se nos va la vida en leguleyadas y pensándolo despacio, muy despacio… en Noruega construyen el primer túnel de barcos para el mundo, en las Maldivas construyen un hotel bajo el agua y en Dubái el centro comercial más grande del planeta.
Y así tenemos obras en todos los continentes que en su momento parecían imposibles: El acueducto de Segovia, en España, La Gran Muralla China, el Taj Mahal en la India, el ferrocarril transiberiano en Rusia, El ferrocarril de la Ruta White Pass y Yukon, en Canadá. En fin, señores, que de imposibles nada, que aquí lo que falta es coraje, capacidad de gestión, hombría política.
Alguien con sobradas razones dirá que son ejemplos traídos de otras culturas, que la realidad política del país es otro. Pues no, porque en Colombia también tenemos obras de infraestructura difíciles y complejas que están cambiando el paisaje y sirven para el desarrollo de las regiones. Y con gestión de líderes regionales, ya casi son una realidad.
Me refiero a la vía al llano, que son 110 kilómetros, con 6 túneles, 21 puentes, domando montañas, clima y terrenos agrestes. El Túnel de Occidente, una mega-obra en Medellín con 4.6 kilómetros y más de 1.5 kilómetros excavados. El Puente Pumarejo en Barranquilla, el puente Guaitara en Nariño, el Túnel de la Línea, el puente de Puerto Berrio que atraviesa el río Magdalena, en fin, obras que ayer parecían un imposible, ya son realidad.
La “ruta de la sal” como se le conoce al camino de herradura entre Popayán y su mar ha sido un tema para leguleyos de cafetín. Pero lo que se requiere son más ingenieros que abogados hablando del tema. Los abogados y políticos todo lo enredan y no pudieron en 93 años. Se les fue la vida pidiendo permisos, estudios, y estudios de los estudios, consultas y estudios de las consultas, licitaciones, renegociaciones, papeles, papelería, y de la obra nada. Desde la expedición del decreto ley de julio 26 de 1927 cuando el congreso dispuso la creación de esta carretera de 180 kilómetros no ha pasado nada. O bueno, muy poco.
Lo cierto, es que el tema de la carretera por ahora, ha sido pura carreta. ¿Qué hacemos? ¿Cómo le hacemos?
valenciacalle@yahoo.com
Desde 1927 todos los aspirantes a gobernadores o senadores en el Cauca se tiran el cuento de “voy a gestionar la carretera al mar desde Popayán”, bueno, pues 93 años después, nada. Pura carreta.
Lo único que tenemos es un mar de labia y una playa de disculpas de no creer. Que ya se hizo el trazado, que ya se conversó con el presidente, que los chinos, que el ministro, que el plan de desarrollo, que el medio ambiente, que se licitó el trazado, que patatín y patatán, pero en realidad, nada. Puro cuento.
Un cuento que ya lo conocemos en todos los colores, tamaños y palabras; que vuelve y se cuenta como chiste malo cada cuatro años. Aquí falta un hombre como Tomás Cipriano de Mosquera, que fue capaz de hacer realidad al canal de Panamá y empujó la carretera Cali-Buenaventura. Muchos historiadores quieren desconocer su obra, pero la biografía nacional narra que este provinciano de Popayán logró ver realizado esos sueños, y otros imposibles.
Somos el único departamento de Colombia, y tal vez de Latinoamérica, con mar propio, donde el 80% de su población no puede disfrutar de esa riqueza. Y donde todo indica que nos quedó grande la gestión de obras a nivel nacional.
Cualquier desprevenido podría decir que una carretera entre Popayán y el mar pacífico es una obra imposible. Pero mientras aquí se nos va la vida en leguleyadas y pensándolo despacio, muy despacio… en Noruega construyen el primer túnel de barcos para el mundo, en las Maldivas construyen un hotel bajo el agua y en Dubái el centro comercial más grande del planeta.
Y así tenemos obras en todos los continentes que en su momento parecían imposibles: El acueducto de Segovia, en España, La Gran Muralla China, el Taj Mahal en la India, el ferrocarril transiberiano en Rusia, El ferrocarril de la Ruta White Pass y Yukon, en Canadá. En fin, señores, que de imposibles nada, que aquí lo que falta es coraje, capacidad de gestión, hombría política.
Alguien con sobradas razones dirá que son ejemplos traídos de otras culturas, que la realidad política del país es otro. Pues no, porque en Colombia también tenemos obras de infraestructura difíciles y complejas que están cambiando el paisaje y sirven para el desarrollo de las regiones. Y con gestión de líderes regionales, ya casi son una realidad.
Me refiero a la vía al llano, que son 110 kilómetros, con 6 túneles, 21 puentes, domando montañas, clima y terrenos agrestes. El Túnel de Occidente, una mega-obra en Medellín con 4.6 kilómetros y más de 1.5 kilómetros excavados. El Puente Pumarejo en Barranquilla, el puente Guaitara en Nariño, el Túnel de la Línea, el puente de Puerto Berrio que atraviesa el río Magdalena, en fin, obras que ayer parecían un imposible, ya son realidad.
La “ruta de la sal” como se le conoce al camino de herradura entre Popayán y su mar ha sido un tema para leguleyos de cafetín. Pero lo que se requiere son más ingenieros que abogados hablando del tema. Los abogados y políticos todo lo enredan y no pudieron en 93 años. Se les fue la vida pidiendo permisos, estudios, y estudios de los estudios, consultas y estudios de las consultas, licitaciones, renegociaciones, papeles, papelería, y de la obra nada. Desde la expedición del decreto ley de julio 26 de 1927 cuando el congreso dispuso la creación de esta carretera de 180 kilómetros no ha pasado nada. O bueno, muy poco.
Lo cierto, es que el tema de la carretera por ahora, ha sido pura carreta. ¿Qué hacemos? ¿Cómo le hacemos?
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