Editorial: Sobre protesta, paros, bloqueos y democracia

Las protestas deben ser un derecho como ejercicio enriquecedor de la democracia, sobre todo si se trata de mejorar la gestión pública o como mecanismo para reclamar derechos. Sin embargo, no se deben utilizar para atropellar los derechos de los demás, ni para favorecer los intereses de unos pocos, o para exigir cosas más allá de lo que puede cumplir el Estado. Por su parte el Gobierno para su neutralización no debe tampoco realizar promesas que no va a poder cumplir.

Este es un axioma que pareciera no tener lógica en las luchas sociales a lo largo y ancho de nuestro país. Y en lo referente al Cauca, porque la protesta indígena, a la misma a la que hoy por hoy se le suman campesinos, afros y sectores y gremios sociales de toda índole termina convertida en una amenaza latente para bloquear la Panamericana y sitiar a Popayán, tal como se repite año tras años sin que aparezcan soluciones de fondo que satisfagan a todos estos sectores sociales.

La dinámica más frecuente de un bloqueo es la siguiente, siempre se anuncian con suficiente anterioridad, y normalmente son causados por promesas incumplidas por el gobierno central, los gobiernos locales no toman medidas preventivas; después de que el bloqueo se ha instalado, llegan los representantes del gobierno central a negociar, la duración depende de la complejidad del pliego de peticiones de los protestantes y una vez pactado el desbloqueo, siempre se incluye en la negociación la no toma de acciones legales contra los organizadores.

Infortunadamente los bloqueos se dan con mayor frecuencia en este departamento y a decir verdad, los perjudicados somos todos los ciudadanos que hacemos empresa, los informales que viven de vender su caja de mangos, los llamados coteros, los pequeños productores agrícolas que traen sus mercaderías a Popayán, las personas que deben cumplir compromisos en Cali y en general toda la ciudadanía payanesa.

Al final es claro que los taponamientos solo favorecen a grupos delincuenciales que se apoyan en el caos y el desorden (otrora hablábamos también de grupos al margen de la ley) porque distraen la atención de la fuerza pública y les facilitan su irregular accionar por toda la zona, es decir, toman a los manifestantes como idiotas útiles para sus fines delictivos.


El cierre de la vía Panamericana es lo que se llamaría en economía, una estrategia pierde- pierde, en donde solamente un grupo de “lideres” se enriquecen en este caos, unos políticos sacan partido electorero de corto plazo y los ilegales que se enriquecen a manos llenas en medio del desorden. Entre tanto, cada vez más, se empobrece al grueso de la población del Cauca en un círculo vicioso que nadie se atreve a romper.

Así las cosas, desde esta tribuna de opinión invitamos a los muchos sectores, etnias y agremiaciones sindicales y sociales que protestan (y al ciudadano de a pie en general) a que ejerzamos otra forma de protesta pero desde las urnas, eligiendo bien, venciendo a los corruptos y a sus líderes y a quienes están atornillados a las curules viviendo de los beneficios del Estado. Si en realidad tomamos conciencia de nuestro voto, podríamos impulsar a la sociedad civil para realizar control a los recursos del Estado, eligiendo personas que en realidad nos representen y que se hagan sentir en el centro de Colombia para que de verdad exijan a nombre del pueblo caucano el cumplimiento de la larga lista de promesas y acuerdos incumplidos. Esa sí sería una protesta con un verdadero pacto a favor del pueblo. Ejerzámosla.

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