SANTIAGO ZAMBRANO SIMMONDS
zambrano_santiago@hotmail.com
Nuevamente Popayán recoge el descontento rural de éste país: los indígenas, los campesinos, los cocaleros, los desmovilizados de una paz para la cual no se estaba preparado. Todo ese disgusto conjugado para sitiar una ciudad que ocupa el cuarto lugar en pobreza extrema. ¿Hasta cuándo vamos a seguir siendo el laboratorio social de éste país? ¿Hasta cuándo el fusible de Colombia?
Pero ¿qué se puede esperar de un país que abandonó al sector rural y lo dejó a merced del libre mercado sin tener los medios para enfrentar esos nuevos retos del orden orbital? Es cierto que muchas cosas lo afectan entre ellas la falta de infraestructura, tecnología, planeación y canales de distribución; también los cultivos ilícitos con todas sus implicaciones, que en el Cauca entre el 2.008 y el 2.017 pasaron de 5.422 a 12.595 hectáreas; pero sin duda el hecho que más afecta al Departamento en su crecimiento como región, es el limbo jurídico en lo que respecta al alcance de los derechos de los indígenas y la confrontación que esto conlleva.
Detengámonos un poco en los diferentes actores activos y pasivos:
En lo que respecta al Gobierno Nacional se puede decir que lo han tratado como “un mal menor” pues han pasado 26 años desde la Constitución y ningún presidente ha tenido la entereza de desarrollar el artículo 329 el cual habla de la conformación de las entidades territoriales indígenas (ETIS). Hubo en su momento la gran esperanza que era la ley de Ordenamiento Territorial (1454/11) pero ni siquiera ésta atendió el mandato constitucional tanto así que en el decreto 1953/14 en su parte considerativa respecto a esa ley, reconoce que “dicha omisión si afecta tangiblemente los derechos constitucionales de los pueblos y comunidades indígenas…”
Sin tener determinados los derechos de los indígenas y hasta donde llegan con relación a los del resto de la población mestiza, cada grupo con los años ha tratado de darle la interpretación que le favorezca más, y en el caso del Cauca ha contribuido a su fracturamiento. Es tan poca la relevancia que se le da en Bogotá a este asunto que por ejemplo en respuesta a un derecho de petición solicitado al Ministerio del Interior respecto a un resguardo, respondieron que la idoneidad para informar si una comunidad indígena “…se le ha constituido resguardo es de la Agencia Nacional de Tierras; es allí donde debe dirigirse por competencia”, de lo anterior se infiere que el tema indígena es un asunto del Ministerio de Agricultura, cartera donde la tierra es un factor de producción mientras que para los indígenas es de territorio y de política pública. En la mayoría de países todo lo concerniente a los indígenas está adscrito al Ministerio del Interior (¿?)
Por éste limbo es que por ejemplo el expresidente Uribe recientemente dijo temerariamente “no más resguardos” pero olvidó que durante su largo gobierno no tuvo ninguna iniciativa que contribuyera a liderar al interior del Congreso, algún marco legal para pacificar el Cauca. Por ésta misma razón es que también el CRIC en uno de los 10 puntos de su “Plataforma de Lucha” dice sin ningún rubor en su numeral 2: “Ampliar los resguardos” a lo que uno se pregunta ¿hasta dónde? Y ¿hasta cuándo?
En cuanto al Gobierno Departamental en situaciones como ésta, se lamenta uno que la lotería que nos ganamos con las regalías, parte de ellas se hayan dilapidado en proyectos inocuos para la sociedad. Mucho le habríamos agradecido por ejemplo a Temistocles Ortega, elegido por la mayoría de los sectores alternativos, indígenas y tradicionales como el partido de la U y los conservadores, que con la bonaza de dinero hubiera hecho un estudio profundo de los factores que fracturan el Cauca, haber hecho una especie de “negociación de paz” entre los diferentes grupos que lo habitan y su correspondiente pedagogía, con el específico propósito de determinar valor, modo y lugar de las acciones para pacificar éste Departamento e ir posteriormente al gobierno central e internacional para que ayudasen al Cauca. A veces parece que algunos prefieren que siga el caos pues sólo a través de una sociedad atomizada es como se pueden perpetuar en el poder. Queda la esperanza que como aún no se han agotado los recursos de regalías y faltándole más de dos años de mandato, el actual gobernador invierta y se ocupe de esto.
Respecto a la sociedad civil algún capitalino podrá preguntarnos: Pero ¿ustedes que han hecho? ¿Por qué están tan afectiva y colectivamente distanciados que ni siquiera se unen para protestar por algo que tarde o temprano los afectará de forma negativa? ¿Dónde están sus líderes políticos y empresariales? ¿Dónde están sus elegidos que cada cuatro años les venden sueños y votan por ellos? ¿Qué dice su alcalde? ¿Dónde está la academia que plantee soluciones? Difíciles preguntas que invitan a la reflexión.
Por último a los protestantes que amenazan con sitiar Popayán, reiterarles que quienes aquí viven no son sus enemigos; que es aquí donde se compra la mayoría de su producción agropecuaria; que los mestizos somos una realidad tanto como los puros y que si de reivindicaciones sociales se trata, no se olviden que el 23% de la gente de Popayán se acuesta con hambre y lo poco que comen son productos perecederos que es lo primero que escasea en un prolongado paro.
El 77% de la población que va al supermercado, compra lo de comer y se va a ver televisión o vive virtualmente en redes sociales, debe entender que este problema mayúsculo para el Cauca desde lo económico y desde lo social, les atañe.
zambrano_santiago@hotmail.com
Nuevamente Popayán recoge el descontento rural de éste país: los indígenas, los campesinos, los cocaleros, los desmovilizados de una paz para la cual no se estaba preparado. Todo ese disgusto conjugado para sitiar una ciudad que ocupa el cuarto lugar en pobreza extrema. ¿Hasta cuándo vamos a seguir siendo el laboratorio social de éste país? ¿Hasta cuándo el fusible de Colombia?
Pero ¿qué se puede esperar de un país que abandonó al sector rural y lo dejó a merced del libre mercado sin tener los medios para enfrentar esos nuevos retos del orden orbital? Es cierto que muchas cosas lo afectan entre ellas la falta de infraestructura, tecnología, planeación y canales de distribución; también los cultivos ilícitos con todas sus implicaciones, que en el Cauca entre el 2.008 y el 2.017 pasaron de 5.422 a 12.595 hectáreas; pero sin duda el hecho que más afecta al Departamento en su crecimiento como región, es el limbo jurídico en lo que respecta al alcance de los derechos de los indígenas y la confrontación que esto conlleva.
Detengámonos un poco en los diferentes actores activos y pasivos:
En lo que respecta al Gobierno Nacional se puede decir que lo han tratado como “un mal menor” pues han pasado 26 años desde la Constitución y ningún presidente ha tenido la entereza de desarrollar el artículo 329 el cual habla de la conformación de las entidades territoriales indígenas (ETIS). Hubo en su momento la gran esperanza que era la ley de Ordenamiento Territorial (1454/11) pero ni siquiera ésta atendió el mandato constitucional tanto así que en el decreto 1953/14 en su parte considerativa respecto a esa ley, reconoce que “dicha omisión si afecta tangiblemente los derechos constitucionales de los pueblos y comunidades indígenas…”
Sin tener determinados los derechos de los indígenas y hasta donde llegan con relación a los del resto de la población mestiza, cada grupo con los años ha tratado de darle la interpretación que le favorezca más, y en el caso del Cauca ha contribuido a su fracturamiento. Es tan poca la relevancia que se le da en Bogotá a este asunto que por ejemplo en respuesta a un derecho de petición solicitado al Ministerio del Interior respecto a un resguardo, respondieron que la idoneidad para informar si una comunidad indígena “…se le ha constituido resguardo es de la Agencia Nacional de Tierras; es allí donde debe dirigirse por competencia”, de lo anterior se infiere que el tema indígena es un asunto del Ministerio de Agricultura, cartera donde la tierra es un factor de producción mientras que para los indígenas es de territorio y de política pública. En la mayoría de países todo lo concerniente a los indígenas está adscrito al Ministerio del Interior (¿?)
Por éste limbo es que por ejemplo el expresidente Uribe recientemente dijo temerariamente “no más resguardos” pero olvidó que durante su largo gobierno no tuvo ninguna iniciativa que contribuyera a liderar al interior del Congreso, algún marco legal para pacificar el Cauca. Por ésta misma razón es que también el CRIC en uno de los 10 puntos de su “Plataforma de Lucha” dice sin ningún rubor en su numeral 2: “Ampliar los resguardos” a lo que uno se pregunta ¿hasta dónde? Y ¿hasta cuándo?
En cuanto al Gobierno Departamental en situaciones como ésta, se lamenta uno que la lotería que nos ganamos con las regalías, parte de ellas se hayan dilapidado en proyectos inocuos para la sociedad. Mucho le habríamos agradecido por ejemplo a Temistocles Ortega, elegido por la mayoría de los sectores alternativos, indígenas y tradicionales como el partido de la U y los conservadores, que con la bonaza de dinero hubiera hecho un estudio profundo de los factores que fracturan el Cauca, haber hecho una especie de “negociación de paz” entre los diferentes grupos que lo habitan y su correspondiente pedagogía, con el específico propósito de determinar valor, modo y lugar de las acciones para pacificar éste Departamento e ir posteriormente al gobierno central e internacional para que ayudasen al Cauca. A veces parece que algunos prefieren que siga el caos pues sólo a través de una sociedad atomizada es como se pueden perpetuar en el poder. Queda la esperanza que como aún no se han agotado los recursos de regalías y faltándole más de dos años de mandato, el actual gobernador invierta y se ocupe de esto.
Respecto a la sociedad civil algún capitalino podrá preguntarnos: Pero ¿ustedes que han hecho? ¿Por qué están tan afectiva y colectivamente distanciados que ni siquiera se unen para protestar por algo que tarde o temprano los afectará de forma negativa? ¿Dónde están sus líderes políticos y empresariales? ¿Dónde están sus elegidos que cada cuatro años les venden sueños y votan por ellos? ¿Qué dice su alcalde? ¿Dónde está la academia que plantee soluciones? Difíciles preguntas que invitan a la reflexión.
Por último a los protestantes que amenazan con sitiar Popayán, reiterarles que quienes aquí viven no son sus enemigos; que es aquí donde se compra la mayoría de su producción agropecuaria; que los mestizos somos una realidad tanto como los puros y que si de reivindicaciones sociales se trata, no se olviden que el 23% de la gente de Popayán se acuesta con hambre y lo poco que comen son productos perecederos que es lo primero que escasea en un prolongado paro.
El 77% de la población que va al supermercado, compra lo de comer y se va a ver televisión o vive virtualmente en redes sociales, debe entender que este problema mayúsculo para el Cauca desde lo económico y desde lo social, les atañe.
Excelente reflexión; la ausencia de normas jurídidas y la débil formación política de los residentes de Popayán, la indiferencia y la comodidad o mediocridad de nuestras formaciones "especializadas", sin vasta cultura general, están permitiendo esta terrible anarquía. Reaccionemos para trabajar con claridad de conceptos, sin violencia, pero sobre todo sin tanto engaño de todas las vertientes de interés.
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