Reflexiones citadinas

CARLOS E. CAÑAR SARRIA
carlosecanar@hotmail.com

Primera. Siempre hemos sostenido que las encuestas son mecanismos que sirven de termómetros para mediarles la temperatura a los gobernantes de turno; que hasta cierto punto determinan el grado de legitimidad, de favorabilidad por sus gestiones, decisiones y acciones. Que hasta cierto punto-también- pueden servir como mecanismo de control social porque pueden hacer re direccionar las administraciones, sobre todo cuando los resultados de las encuestas no resultan satisfactorios. Hemos sostenido también que a las encuestas hay que creerles pero no mucho. Muchas se equivocan y por lo tanto gobernantes y gobernados no podemos vivir de encuestas, sobre todo de aquellas que en épocas electorales saturan la opinión pública. Algunas empresas encuestadoras se atribuyen un margen escaso de error cuando la realidad constata lo contrario. Tampoco se puede desconocer que algunas de estas empresas manipulan la información y el problema es que -se sepa- no hay quien las controle.

Segunda. Independientemente de los resultados de las encuestas, de los líos jurídicos que se estén por resolver, pensamos que hay cosas positivas que resaltan del alcalde de Popayán, César Cristian Gómez. Se trata de una administración que se aproxima a las comunidades, donde están los habitantes y ciudadanos con sus diversas problemáticas, que como en otros municipios de Colombia son muchas y por lo tanto no es posible resolverlas de la noche a la mañana, sobre todo en municipios como el nuestro donde los recursos económicos son prácticamente pequeños; lo que exige a la vez contar con el tino de atender prioridades para optimizarlos al máximo. Nos gustaría conocer los límites y alcances que se han obtenido como impacto de esta forma de gobernar que suena a democracia participativa y en donde, presuponemos, tanto el gobernante como las comunidades comparten compromisos y responsabilidades. Siempre hemos sostenido que una de las ventajas que tienen las administraciones locales es la proximidad con los gobernados, el problema se da cuando estos actores sociales no se aproximan.

Tercera. Recorriendo la ciudad es fácil constatar que en muchos sectores hay hombres trabajando en las obras relacionadas con Movilidad Futura. No se puede desconocer que son obras bien hechas y con materiales de excelente calidad, de gran impacto social que le cambian significativamente la cara a esta ciudad consuetudinariamente relegada al abandono por otros mandatarios locales. Para no irnos tan lejos, recordemos las dos administraciones inmediatamente anteriores, las de Navia y Fuentes, de quienes sus detractores han dicho que contribuyeron a la desaparición representativa del Partido Conservador en la región, que difícilmente resucitara, sobre todo cuando se escucha que Ramiro Navia aspira a la Cámara de Representantes. Estas dos administraciones, en infraestructura se mantuvieron-producto de la improvisación- tapando y destapando los mismos huecos, en un círculo vicioso de nunca acabar. Obras inconclusas, mal diseñadas y de mala calidad. La sola Vía Pomona de escasos 800 metros duró casi una década para terminarse con no pocos errores, casi tres periodos de gobierno. Al actual alcalde le correspondió terminarla, aunque le quedó faltando el retorno, además de corregir fallas como por ejemplo, de desagüe en las zonas donde hay inundaciones. Mientras se terminaba la segunda etapa de la Vía, se colocaron unos reductores de velocidad que cuando se retiraron hace unos meses, en algunos trayectos deterioraron el pavimento, dejaron huecos que aún se mantienen ante la indiferencia de la Secretaria de infraestructura. Insistimos y sugerimos a la actual administración municipal ordenar tapar estos huecos en los sitios donde quitaron los reductores de velocidad que dejaron en la Vía aledaña al Barrio Portales del Río y la urbanización Pomona.

Cuarta. Es importante que la Secretaría de Tránsito Municipal, se dedique más a la educación que a la sanción. La gente se queja de tantas multas y restricciones, del acoso permanente de las grúas, que no se pierden una porque se trata de un gran negocio, que existe poca inversión en pedagogía ciudadana, pocos parqueaderos y los que hay son inoperantes frente a las necesidades de parqueo. De otro lado, si se trata de la conservación de un ambiente sano es necesario examinar los criterios establecidos para la expedición del certificado de gases de los vehículos. No pocas busetas andan bien campantes en calles y avenidas contaminando, como si fueran chimeneas. Hasta los ciegos lo ven. Después les echan la culpa a los vehículos particulares, que en la práctica son los que menos contaminan y los que menos desorden hacen.


Quinta. ¡Seguridad!, ¡seguridad!, ¡seguridad!, es la consigna que reclama la ciudadanía. Y la verdad es que la ciudad no puede mantenerse al garete. Asaltos, atracos, robos a las residencias, fleteos por doquier, en fin; no hay estrategias ni políticas públicas de seguridad y tranquilidad ciudadana; o al menos, de existir estrategias, parecen precarios los resultados. Las ciudades inseguras deslegitiman a las autoridades y a los gobernantes.

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