IVÁN YACE
ivanyace6@gmail.com
La JEP, hace parte del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, contemplado en el punto cinco del acuerdo de paz firmado entre el gobierno nacional y la guerrilla de las Farc. La JEP pretende contribuir a la lucha contra la impunidad, a la investigación y sanción de las graves violaciones a los derechos humanos, al esclarecimiento de la verdad, a la búsqueda de seres queridos desaparecidos y a la reparación del daño causado a personas, colectivos y territorios enteros en el marco del conflicto armado en Colombia.
Ahora bien, como lo señala el quinto punto del acuerdo se busca la reparación del daño causado a las víctimas, entre muchas otras cosas claro está sin embargo, se hace énfasis en este aspecto puesto que al hablar de reparación inmediatamente conduce a pensar en objetos más no en sujetos víctimas de los horrores de la guerra, que han sufrido al ver morir a familiares o amigos, que han tenido que buscar oportunidades en contextos ajenos a ellos y que han tenido que doblegarse ante la otredad para conseguir un sustento.
Y es que vale la pena cuestionarse ¿acaso el sufrimiento que han padecido estas personas tiene reparación?, porque claramente las cosas materiales si pueden repararse, pero ¿cómo le reparan a los seres queridos que fueron asesinados o están desaparecidos?, ¿cómo le reparan la dignidad que perdió mientras tuvo que someterse a labores ajenas a las suyas?
Con lo anterior, se procede a hacer referencia a Juan Pablo Aranguren, Doctor en Ciencias Sociales quien expresa que: “en los últimos 35 años, diferentes organizaciones han asumido el reto de la defensa de los derechos humanos en Colombia”, entre esas organizaciones se encuentran el Comité Permanente por los Derechos Humanos (CPDH) y el Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP), esta última en el año 1982 sistematizó y clasificó los tipos de tortura, Aranguren señala que dicha sistematización fue de gran utilidad como herramienta de denuncia, pero no dice nada respecto a los sujetos víctimas del sufrimiento, sino que sólo los define por el hecho victimizante, es por eso que es tan común escuchar “los desplazados”, “los torturados”, “los masacrados”, nominaciones que según Aranguren borran al sujeto.
Se considera, que la JEP debería ser una puerta abierta para la reconciliación no obstante, la realidad es que Colombia tal como lo manifiesta el antropólogo y periodista Antonio Morales es “un país de corruptos y corrompidos” y mientras exista este círculo vicioso la brecha para alcanzar la reconciliación que la nación necesita es cada vez más amplia. En otras palabras, se debe buscar una reconciliación real y profunda que permita reconstruir la sociedad que por efectos de violencia se ha destruido, en este punto cabe resaltar la opinión del sociólogo Michel Wieviorka, quien manifiesta que: “la violencia ha despojado a las personas de su humanidad, impidiéndoles ser maestros de su existencia, pues la guerra mató dentro de ellas algo de su humanidad y por eso se hace necesario crear procesos de rehumanización y resubjetivización”.
Para finalizar, se propone que además del ámbito del derecho y la justicia se incluyan los procesos de rehumanización y resubjetivización planteados por Wieviorka, en los esfuerzos encaminados a la implementación de la JEP. Procesos mediante los cuales las víctimas ya no sean vistas o tratadas como objetos sino como sujetos, lo cual se puede lograr efectuando acompañamiento psicosocial que permita limar asperezas y dar fin no sólo al conflicto armado de casi más de medio siglo sino también a conflictos personales, posibilitando que se abra una puerta para la reconciliación y la reconstrucción del tejido social en nuestro País.
ivanyace6@gmail.com
La JEP, hace parte del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, contemplado en el punto cinco del acuerdo de paz firmado entre el gobierno nacional y la guerrilla de las Farc. La JEP pretende contribuir a la lucha contra la impunidad, a la investigación y sanción de las graves violaciones a los derechos humanos, al esclarecimiento de la verdad, a la búsqueda de seres queridos desaparecidos y a la reparación del daño causado a personas, colectivos y territorios enteros en el marco del conflicto armado en Colombia.
Ahora bien, como lo señala el quinto punto del acuerdo se busca la reparación del daño causado a las víctimas, entre muchas otras cosas claro está sin embargo, se hace énfasis en este aspecto puesto que al hablar de reparación inmediatamente conduce a pensar en objetos más no en sujetos víctimas de los horrores de la guerra, que han sufrido al ver morir a familiares o amigos, que han tenido que buscar oportunidades en contextos ajenos a ellos y que han tenido que doblegarse ante la otredad para conseguir un sustento.
Y es que vale la pena cuestionarse ¿acaso el sufrimiento que han padecido estas personas tiene reparación?, porque claramente las cosas materiales si pueden repararse, pero ¿cómo le reparan a los seres queridos que fueron asesinados o están desaparecidos?, ¿cómo le reparan la dignidad que perdió mientras tuvo que someterse a labores ajenas a las suyas?
Con lo anterior, se procede a hacer referencia a Juan Pablo Aranguren, Doctor en Ciencias Sociales quien expresa que: “en los últimos 35 años, diferentes organizaciones han asumido el reto de la defensa de los derechos humanos en Colombia”, entre esas organizaciones se encuentran el Comité Permanente por los Derechos Humanos (CPDH) y el Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP), esta última en el año 1982 sistematizó y clasificó los tipos de tortura, Aranguren señala que dicha sistematización fue de gran utilidad como herramienta de denuncia, pero no dice nada respecto a los sujetos víctimas del sufrimiento, sino que sólo los define por el hecho victimizante, es por eso que es tan común escuchar “los desplazados”, “los torturados”, “los masacrados”, nominaciones que según Aranguren borran al sujeto.
Se considera, que la JEP debería ser una puerta abierta para la reconciliación no obstante, la realidad es que Colombia tal como lo manifiesta el antropólogo y periodista Antonio Morales es “un país de corruptos y corrompidos” y mientras exista este círculo vicioso la brecha para alcanzar la reconciliación que la nación necesita es cada vez más amplia. En otras palabras, se debe buscar una reconciliación real y profunda que permita reconstruir la sociedad que por efectos de violencia se ha destruido, en este punto cabe resaltar la opinión del sociólogo Michel Wieviorka, quien manifiesta que: “la violencia ha despojado a las personas de su humanidad, impidiéndoles ser maestros de su existencia, pues la guerra mató dentro de ellas algo de su humanidad y por eso se hace necesario crear procesos de rehumanización y resubjetivización”.
Para finalizar, se propone que además del ámbito del derecho y la justicia se incluyan los procesos de rehumanización y resubjetivización planteados por Wieviorka, en los esfuerzos encaminados a la implementación de la JEP. Procesos mediante los cuales las víctimas ya no sean vistas o tratadas como objetos sino como sujetos, lo cual se puede lograr efectuando acompañamiento psicosocial que permita limar asperezas y dar fin no sólo al conflicto armado de casi más de medio siglo sino también a conflictos personales, posibilitando que se abra una puerta para la reconciliación y la reconstrucción del tejido social en nuestro País.
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