
rrfernandez@unicauca.edu.co
Igual que en muchos otros lugares del mundo, los Estados Unidos no han sido propicios a los juicios de sus presidentes. Su alabado sistema constitucional es teóricamente imparcial, y ha estado siempre sometido a los manejos político-electorales de partidos y facciones de las que se propuso alejarse.
Si se juntan los poderes ejecutivo y legislativo –por la vía de las alianzas partidistas, estimuladas con algún tipo de mermelada-, si están “debidamente coordinados bajo el liderazgo de la Casa Blanca”, queda abolido el sistema de pesos y contrapesos ideado para que un poder controle los abusos de otros poderes. Así, se rompe la lógica interpretativa de la Constitución de 1787, haciendo ver que ella no es la Carta que necesitan los EU de hoy, y que las prácticas político-electorales son totalmente inconstitucionales. En muchos casos está en la democracia en riesgo mortal.
Desde esta realidad, el abuso del poder se tomó el sistema político de ese país en beneficio del régimen presidencialista, y en el caso de Trump se ha puesto en peligro la seguridad nacional.
La Cámara de Representantes de EU, con 435 integrantes elegidos cada 2 años y hoy con mayoría del partido demócrata, podrá acusar al republicano Trump ante el Senado, de 100 integrantes elegidos para 6 años, dos por cada Estado, y hoy con mayoría del Partido Republicano, pero no logrará que sea procesado por este Senado controlado por los amigos del Presidente.
En el pasado ocurrió lo mismo con Andrew Johnson (absuelto con un voto de diferencia) y Bill Clinton igualmente absuelto. Nixon renunció ante de ser acusado. Y ahora Trump será absuelto por los senadores republicanos, que impedirán la mayoría de 68 votos necesarios para iniciar un juicio.
Este Partido Republicano, siempre totalmente polarizado, que al decir del lingüista norteamericano Noam Chomsky “es la organización más peligrosa de la historia de la humanidad” básicamente por sus posturas ultraconservadoras, racistas y fundamentalistas, decimos, no dudará en destruir hasta el propio planeta para lograr lo que se propone, sobre todo no perder sus poderes, objetivos en los que pesa mucho mantener al presidente Trump. Es decir, no solo lo absolverán en enero sino que harán lo que sea para reelegirlo en noviembre de 2020.
La estrategia del Partido Demócrata enfrenta el dilema de si no logra abrir el juicio a Trump, deberá entonces impedir su reelección. Para abrir la causa necesitan conquistar mas de 20 votos republicanos en el Senado, algo que parece imposible. Para ganar la presidencia deberán, en primer lugar, no equivocarse en la escogencia de su fórmula electoral (Biden, Warren, Sanders, y otros); en segundo lugar, deberán ofrecer seguridad integral a las clases trabajadoras y a la población latina, con planes realistas de empleo, salud, bienestar y nacionalización; en tercer lugar, desarrollar un muy buen manejo de los medios y de las redes sociales, para contrarrestar los ataques y mentiras y posicionar sus propuestas de políticas públicas.
Es decir, ante los criterios de gobernabilidad de los republicanos (populismo, neoliberalismo, violencias físicas y mediáticas, guerra en el medio oriente) deberán oponer otros criterios, mucho más democráticos, como la promoción de derechos y deberes, la intervención del Estado, la redistribución de las riquezas, políticas sociales garantistas, protección integral del medio ambiente, reducción de las armas en la población, tratamiento médico a los adictos, relaciones internacionales de colaboración. En fin, tienen mucho que proponer y convertir en realidad.
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