La evolución del Español: grave síntoma

EDUARDO NATES LÓPEZ
eduardonates@gmail.com

Un gran amigo, incansable lector, me remitió un artículo del escritor, periodista, guionista, politólogo y mucho más, Arturo Pérez Reverte, en el que revela una preocupación que le surgió en 2018, relacionada con el grave deterioro que está sufriendo sistemáticamente la lengua española, a veces con sentido político, otras con sentido de rebeldía social o de insurgencia. Inclusive, cuestiona lo que podría parecer como cierta permisividad de la Academia Española, para que este proceso avance, y lo contrasta con la defensa que del francés despliega su academia, que denuncia con fuerza los malos usos que, de este, aparecen también en algunas oportunidades.

Cuenta que el encontrarse con un mensaje que decía: “Las reglas ortográficas son un recurso elitista para mantener al pueblo a distancia, llamarlo inculto y situarse por encima de él” le produjo una especie de “fogonazo de lucidez” que lo impulsó a profundizar en el análisis de esos síntomas de deterioro del idioma que se están percibiendo en todas las áreas geográficas hispanoparlantes, en Europa y América.

El uso de expresiones irrespetuosas de la estructura básica del idioma, se ha convertido en factor apropiado para demostrar insumisión o libertad o progresismo y son asociadas con la protesta y la revuelta, afines a la izquierda. Y, por lógica elemental, contrapuestas con las posiciones ortodoxas o conservadoras perfectamente asimilables a la derecha reaccionaria. Allí se dibuja claramente la condición o la definición de “polarización”.

En otros campos está sucediendo algo similar que está llegando a una situación extremadamente crítica. Se ha logrado que partidarios o defensores sinceros, por ejemplo, del feminismo sean tachados de machistas cuando no se pliegan a los extremos del feminismo.

Por supuesto, en este país ya se han visto brotes de esta enfermedad. En las pasadas marchas de noviembre no fueron pocas las pancartas que venían escritas con “horrores” ortográficos cometidos a propósito -aunque no es improbable que lo hubieran cometido por ignorancia- mostrando que esa regulación ya no importa y que los esquemas tradicionales ya no juegan. Que lo que prima es la anarquía y ese es el objetivo.

En lo local, para seguir en la senda de los ejemplos, basta repasar pocos años atrás, cuando alguien musitaba una pregunta, por elemental que fuera, sobre el contenido de los acuerdos de La Habana, de inmediato recibía una apabullante descalificación y el rótulo de “enemigo de la paz”. Y como alrededor de este proyecto se montaron en el carrusel electoral muchos líderes -ascendentes o decadentes- de la izquierda, quien estuviera alrededor del que preguntaba, de inmediato resultaba reaccionario, fascista, (facho) y próximo candidato a la hoguera…

El idioma es como otro documento de identidad de los pueblos y, por supuesto, también evoluciona con ellos. Y es, a su vez, el vehículo de la expresión oral y escrita del pensamiento y los sentimientos.

Obviamente, en un firmamento de 550 millones de hispanoparlantes, muchas intenciones consecuentes y contrarias pueden aparecer; Y, como la sensibilidad política esta como en un laboratorio de anatomía, a flor de piel, sus consecuencias son desbordantes e incontrolables.
Tampoco es fenómeno exclusivo de los hispanoparlantes. La “primavera francesa” (mayo de 1968) es testimonio documentado de forma abundante y ejemplo mundial. Las manifestaciones en Estados Unidos, hacen parte también del inventario de movimientos insurgentes. Y en este mismo sentido está viajando el desboque de irrespeto por el medio ambiente, cuya protesta o nos inunda o nos quema o ambas cosas con pocas horas de diferencia o pocos kilómetros de distancia.

En medio de la angustia o tristeza que producen estas reacciones sociales y naturales a la autodestrucción, el corolario es que: Ojalá nuestros descendientes inmediatos, nuestros hijos y nietos, puedan hacer uso de la opción de reflexionar y, como no es posible desandar lo andado, al menos puedan corregir el rumbo de su barca. Lo que si está a nuestro alcance es no seguir impertérritos permitiendo que, a este lado del Atlántico, los mamertos similares a los de la madre patria continúen erosionando nuestro idioma de esa forma.

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