La sociedad actual

HORACIO DORADO GÒMEZ
horaciodorado@hotmail.com

A través de la historia las sociedades han evolucionado. Sin embargo, la sociedad actual, la que estamos viviendo es cada vez más inculta, más pobre y con más tiempo libre. Parece mentira, pero estamos evolucionando vertiginosamente. Por eso estamos donde nos encontramos.

Las dos últimas décadas son posiblemente, las dos que más modificaciones hemos tenido en nuestra forma de vivir y pensar. Sin equívoco, el gran responsable es Internet, aunque no el único. La humanidad utiliza la tecnología para fines positivos y negativos. La población mundial no para de crecer, cada vez más rápido. Pero así también, el mundo es un lugar mal distribuido. Convivimos con la aparición sin precedentes del maquinismo. Y la irrupción de las máquinas en todos los ámbitos, no solamente en el tema laboral, genera de por sí, una serie de cambios en la conducta humana, impensables hace unos pocos años.

Por esos avances, en estos tiempos, cuesta trabajo encontrar una sola persona que no utilice WhatsApp, Facebook, Twitter, Instagram, WeChat o cualquier otra variante de la misma idea. Las redes sociales alcanzaron ya a la mayoría de la población mundial, y todo ello gracias a los teléfonos móviles. Todo el mundo, viva donde viva, al menos tiene un celular.

Hoy, la sociedad tiene más tiempo libre. Por el mismo motivo, la población mundial ha crecido, y el mayor el porcentaje de personas viven en entornos urbanos. Por esta razón, el desarrollo económico y las oportunidades que aparecen en las ciudades son el principal motivo para emigrar del campo a la ciudad. Entonces, como las personas cada vez pueden disponer de mucho tiempo libre, así mismo, tendrán que buscar la manera de utilizarlo.

En mi amado pueblo, hace 30 años, era impensable edificios de más de dos pisos, hoy han sido superados y son ya del número quince. Cada vez hay edificios más grandes y avenidas más anchas, pero mentes más estrechas.

De otra parte, para demostrar cómo hemos cambiado, nadie discute la realidad del cambio climático. Los signos son muy evidentes, pasamos por largas temporadas de sequía y altas temperaturas, a climas extremos de heladas, con huracanes virulentos e infaltables inundaciones que afectan siempre a las poblaciones más pobres como amenaza existencial para su forma de vida. Por consiguiente, esta sociedad en la que vivimos, nunca va a alcanzar el grado de bienestar a que llegamos a obtener en el Siglo XX.

Y no será posible, porque estamos viviendo en un mundo que cambia vertiginosamente y de una manera tan compleja que es difícil discernir cuales son los cambios más significativos y los que tendrán mayor influencia en la sociedad del mañana.

Aquí cabe preguntar: ¿qué nivel de volatilidad tienen los destinos de Colombia cuando nuestra sociedad no es culta? “Cuando el 47 % de los estudiantes de primero y segundo semestre de 13 universidades colombianas ni siquiera alcanza nivel medio de desempeño en las competencias de compresión de lectura”. ¿Qué expectativas podemos tener frente a una población que se enfrenta a excesos de información y desinformación, sin darse cuenta de la diferencia, validando noticias falsas, sin responsabilidad, replicándolas en las redes sociales?

Luego entonces, solo el día en que se invierta a fondo en la cultura como consecuencia del renacer de una conciencia individual, privada y pública, sobre su importancia, Colombia construirá un cambio en el tiempo que nos tome para formar generaciones con criterio, de tal manera que sean conscientes y moralmente responsables de sus decisiones.

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Comentarios

  1. Cuando hablemos con la verdad ya sabida, el futuro será mejor. El primero, aquí no hay indios, hay una población Amarilla, que mientras no reanude lazos con sus raíces, seguirá rezagada, pues si unos aspiran a Harvard, y otros a la Universidad Indígena, las diferencias serán colosales. Segundo; si en la primera etapa estuvimos protegidos, en la segunda es indispensable, el cerebro se está formando, y para que salga algo de calidad, se requiere de un ambiente propicio; que no lo da ni el hogar, menos la calle, ni los colegios actuales. Solo internados siguiendo el modelo suizo podrá garantizarlo.

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