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Para cualquier ser racional con los cinco sentidos funcionando, le ha de doler, le causará angustia, pánico, ira o se enervará seguramente, al ver o enterarse de que un grupo de desadaptados arremeten físicamente destrozando patrimonios colectivos como el Transmilenio de Bogotá, o un bien particular, como las instalaciones donde funciona un pequeño, mediano o negocio grande. Son hechos de violencia rechazables absolutamente, que se han venido presentando, en Colombia.
Quienes lo practican, se han aprovechado de circunstancias socialmente necesarias, pertinentes y constitucionalmente aceptadas, como son las marchas y cacerolazos de protesta que al finalizar el 2019 fueron convocadas por diversas organizaciones sociales de Colombia y que aún persisten efectuarse en este 2020.
Gandhi, el Mahatma, es un magnífico ejemplo de la protesta, pero pacífica, igualmente Martin Luther King. En cada caso fue tan importante que las cosas cambiaron tanto socialmente como económicamente, en la India y en los Estados Unidos, para bien de millones de personas que vivían miserablemente y bajo condiciones de mal trato, ejercido por personas individualistas, egoístas, con el auspicio y connivencia de poderosos poseedores de inmensas fortunas.
Quienes sufren abuso de otros, quienes corren riesgo de morir por agresiones violentas de otros o por no contar con las condiciones básicas para supervivir, que otros si tienen, lo único que les queda como respuesta, antes de que ocurra EL hundimiento final, es la reacción con violencia y por qué no, siendo inteligentes, aprender a aplicar los métodos marrulleros que a él le aplican o aplicaron en su perjuicio y en beneficio de otros.
Pablo Escobar es fruto del efecto de demostración que recibió de los de arriba, por muchos conductos y medios instigadores de una economía egoísta y malsana, a la que algunos le llaman neoliberal. Era Escobar un niño inteligente, de clase popular, que aprendió muchas artimañas, aprovechadas y practicadas previamente por los privilegiados y aprendió a competir con ellos.
Encontró Escobar un magnífico caldo de cultivo entre los suyos, necesitados de clase popular, con los que formó su propio ejército para enfrentar el poder oficial colombiano, queriendo lograr dominarlo. En el fondo, el narcotráfico construido a instancias de Escobar y que perdura después de su muerte, tiene el mismo origen que el de los terroristas o violentos que se infiltran, financiados o no, en las marchas de protesta pacífica de los últimos días.
Son fruto de un egoísta modelo económico rampante que, como un pulpo con miles de brazos, hace caer a cada quien en su estructura; destruyéndolo todo a su paso, con minería, fraking, privilegiando la corrupción, apañando para sí y en bien particular, las entidades estatales que fueron construidas con el esfuerzo de todos, para el servicio de todos. Apañaron lo estatal con el prefabricado concepto de que el estado es mal administrador, presentando la economía del egoísmo como la salida para resolver obligaciones estatales.
Queremos insistir en que, quienes hoy manejan el estado, solo en favor de unos muy pocos y del otro lado, quienes hacemos parte de las grandes mayorías careciendo de capacidad real de decisión protestando sin afinar en una propuesta coherente de solución que respete los derechos y deberes de todos los individuos y el bienestar de todos, insistimos en que tenemos una salida de solución real y efectiva, si construimos una economía de solidaridad para todos y entre todos sin excepción, bajo los principios definidos por la Alianza Cooperativa Internaconal.
Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía, comparte con el Papa Francisco que la única opción que puede modificar el actual modelo económico fundado en el egoísmo fomentando las desigualdades es la Economía Solidaria.
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