GUILLERMO ALBERTO GONZÁLEZ MOSQUERA
egonayerbe@gmail.com
Los que somos partidarios de la historia, debemos registrar como positivo el que se haya dictado la ley que obliga la enseñanza de la historia en el pensum de las escuelas públicas. Es inexplicable que durante los últimos veinte años se haya suprimido esta materia, por demás necesaria si se quiere entender al país de hoy. Por eso, es una buena noticia que el Congreso por unanimidad haya decidido introducir la cátedra como obligatoria y sujeta a los reglamentos oficiales. Pero no es lógico ni conducente el que esta materia se siga dictando como una repetición de hechos cumplidos, o como la historia escrita por los vencedores, como lo atestiguan varios pensadores.
La historia debe ser imparcial, veraz y sujeta a unas reglas que no son difíciles de cumplir si al alumno se le entregan los hechos como fueron acaecidos, para que interprete y juzgue así lo sucedido, sin que haya motivos para la parcialidad por razones ideológicas o políticas. No habrá motivos sino para respaldar la idea de la enseñanza de la historia. Varios autores, entre ellos Orlando Melo, se han ocupado de presentar los hechos como sucedieron, dejando al lector la interpretación de los mismos, sin lugar a deformaciones que todo lo limitan y que presentan una realidad diferente de los mismos.
Seguramente habrá debates y eso está bien, como formación y examen de lo sucedido. Algunos personajes adquirirán una muy superior jerarquía frente a otros que hasta el momento han sido objeto de deformación por autores interesados. Esto es a lo que nuestra noción histórica se refiere como Colombianos, y por lo mismo, sujetos de un cambio que se viene dando por siglos desde la época precolombina hasta nuestros días.
Especial interés cobrará el papel de Simón Bolívar en la formación de una patria latinoamericana. Textos como los de Indalecio Liévano, servirán para que el estudiante dé un concepto general y llegue a formarse la idea precisa de lo sucedido en una época clave de la nacionalidad; por eso los maestros deben renunciar a presentar su propia visión, repetitiva y a menudo deformada, de los hechos históricos, y más bien presentar el mismo como un conjunto de circunstancias que en su momento ayudaron a formar la nacionalidad con los elementos de su época. Distinto será el aprendizaje que se haga de lo universal, en que confluyen varias circunstancias hacia una figura relevante y protagonista de su época.
Así pues, esta nueva modalidad puede convertirse en sagrada y derivada hacia los miles de talentos que hoy existen en Colombia, ansiosos de participar en la formación de un país que necesita imparcialidad y buen uso de los elementos históricos para tomar de ellos lecciones de buen vivir, para un futuro que no puede ser sujeto a deformaciones ni producto de la manipulación de los hechos históricos.
Coletilla Gastronómica. Hace bien el alcalde Juan Carlos López en valorar la tarea de la Corporación Gastronómica de Popayán en la formación de ciudad. Miles de cocineras y cocineros pueden contribuir a la tarea con imaginación y buen gusto sin tener que aferrarse a platos que hoy no tienen sentido por la circunstancia de disponer de elementos que surgen del modernismo, sin que tengan que estar sujetos a falsos determinismos.
egonayerbe@gmail.com
Los que somos partidarios de la historia, debemos registrar como positivo el que se haya dictado la ley que obliga la enseñanza de la historia en el pensum de las escuelas públicas. Es inexplicable que durante los últimos veinte años se haya suprimido esta materia, por demás necesaria si se quiere entender al país de hoy. Por eso, es una buena noticia que el Congreso por unanimidad haya decidido introducir la cátedra como obligatoria y sujeta a los reglamentos oficiales. Pero no es lógico ni conducente el que esta materia se siga dictando como una repetición de hechos cumplidos, o como la historia escrita por los vencedores, como lo atestiguan varios pensadores.
La historia debe ser imparcial, veraz y sujeta a unas reglas que no son difíciles de cumplir si al alumno se le entregan los hechos como fueron acaecidos, para que interprete y juzgue así lo sucedido, sin que haya motivos para la parcialidad por razones ideológicas o políticas. No habrá motivos sino para respaldar la idea de la enseñanza de la historia. Varios autores, entre ellos Orlando Melo, se han ocupado de presentar los hechos como sucedieron, dejando al lector la interpretación de los mismos, sin lugar a deformaciones que todo lo limitan y que presentan una realidad diferente de los mismos.
Seguramente habrá debates y eso está bien, como formación y examen de lo sucedido. Algunos personajes adquirirán una muy superior jerarquía frente a otros que hasta el momento han sido objeto de deformación por autores interesados. Esto es a lo que nuestra noción histórica se refiere como Colombianos, y por lo mismo, sujetos de un cambio que se viene dando por siglos desde la época precolombina hasta nuestros días.
Especial interés cobrará el papel de Simón Bolívar en la formación de una patria latinoamericana. Textos como los de Indalecio Liévano, servirán para que el estudiante dé un concepto general y llegue a formarse la idea precisa de lo sucedido en una época clave de la nacionalidad; por eso los maestros deben renunciar a presentar su propia visión, repetitiva y a menudo deformada, de los hechos históricos, y más bien presentar el mismo como un conjunto de circunstancias que en su momento ayudaron a formar la nacionalidad con los elementos de su época. Distinto será el aprendizaje que se haga de lo universal, en que confluyen varias circunstancias hacia una figura relevante y protagonista de su época.
Así pues, esta nueva modalidad puede convertirse en sagrada y derivada hacia los miles de talentos que hoy existen en Colombia, ansiosos de participar en la formación de un país que necesita imparcialidad y buen uso de los elementos históricos para tomar de ellos lecciones de buen vivir, para un futuro que no puede ser sujeto a deformaciones ni producto de la manipulación de los hechos históricos.
Coletilla Gastronómica. Hace bien el alcalde Juan Carlos López en valorar la tarea de la Corporación Gastronómica de Popayán en la formación de ciudad. Miles de cocineras y cocineros pueden contribuir a la tarea con imaginación y buen gusto sin tener que aferrarse a platos que hoy no tienen sentido por la circunstancia de disponer de elementos que surgen del modernismo, sin que tengan que estar sujetos a falsos determinismos.
La historia verdadera es esta: éramos parte de un extraordinario Imperio, gracias a que España se vació para poblarlo, al surgir personajes como Bolívar, San Martín, el cura Hidalgo, ( que terminaron quemados) nos convertimos en una manotada de republiquetas, en que los anglosajones han sido los beneficiados, aprovechando nuestros mejores talentos, dado el poco interes que por aquí despiertan. Si España propugnó por el mestizaje, las repúblicas no han valorado ese aporte, y hoy es causa de muchos conflictos interétnicos. Es decir teniendo todo, no lo hemos sabido aprovechar, y solamente uniendo lo que jamás debió desunirse, podremos ocupar el lugar que nos merecemos, en el concierto de las naciones.
ResponderEliminarLa mayor afrenta que vivimos, es la negación de la verdad objetiva.
ResponderEliminar¿Cómo puede haber democracia, si no podemos estar de acuerdo siquiera en lo que pasó ayer. Martin Baron