
WALTER ALDANA
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Primero fue una periodista al servicio del gobierno que escribió en su columna que la movilización iniciada el pasado 21 N era estrategia del Eln, ahora y para que lo dejen entrar al Gobierno, el vicepresidente Vargas Lleras (el hombre del coscorrón y los 50 mil votos en el Cauca), quiere asimilar la movilización y sus peticiones a la agenda de las Farc en el Caguan, diabólica práctica del establecimientos y sus “voceros”, pretendiendo deslegitimar al movimiento de ciudadanas y habitantes libres que desde la clase media se vienen visibilizando ante la soberbia y aplicación del modelo neoliberal imperante.
Pretende desconocer el nada humilde político (que entre otras viene perdiendo al interior de su partido Cambio Radical, hasta su propia nominación a la presidencia de la republica con los Char de la costa norte del país), Decía que el delfín olvida que las Farc en armas y las hoy Farc en la vida civil, tenían en su plataforma de lucha las obvias reivindicaciones estructurales de cambio.
Que la gente tenga que movilizarse, colocar heridos, muertos, para exigir lo que por constitución está obligado el gobierno a proveer a sus gobernados (educación, salud, la no privatización de los servicios públicos, relaciones dignas de comercialización para los productos del agro, etc.) le parece a Vargas son exageradas, incluso exóticas; como “se atreven a expresar sus consideraciones contrarias a lo que la oligarquía piensa”.
No Sr., averígualo Vargas, las razones de las movilizaciones están en manos de viejos izquierdistas, pero sobre todo de nuevos y nuevas generaciones para quienes la lucha por el aumento del salario mínimo en uno o dos puntos no es suficiente, para quienes el estudiar hasta el doctorado, no es suficiente un contrato de prestación de servicios de un millón y medio de pesos intermediados por la politiquería.
La soberbia del poder (de la cual es máximo exponente el vicepresidente Lleras) no les deja escuchar la voz; ya no solo de los pobres , de los parias de la tierra, es propio ahora de la clase media, de quienes quieren ser más que simples esclavos del salario mínimo legal.
Que diferencia; la clase media y los pobres exigiendo garantías, los partidos (que deberían representarnos) y en preciso cambio radical buscando la mermelada que se encuentra en el ministerio de agricultura para ellos, juzgue usted que lee esta opinión.
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